Por Panqui Molina ·
QATAR 2022 obliga a editar la frase de que el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes. Una celebración colectiva y popular como la de Argentina campeón viene a terminar con el dicho que patentó Arrigo Sacchi y que algunos le atribuyen a Jorge Valdano. O al menos a discutirlo.
No sé qué escala de las cosas importantes ocupa el fútbol, pero es posible que el 18 de diciembre de 2022 quede grabado a fuego para la eternidad en cada uno de los argentinos que se volcó a las calles en los distintos puntos del mundo para celebrar un título que se hizo desear durante 36 años. De tanto elegir creer ahora toca elegir disfrutar.No hay fenómeno social que hermane más que la alegría por un triunfo. La felicidad está en el aire y se respira.
Argentina campeón es la resurrección de una banda musical en el olvido como La Mosca, es el ingenio para festejar, es el homenaje a las personas entradas en años ya sean abuelas o no, es la necesidad de llevar la adrenalina a niveles imposibles, es, básicamente, la argentinidad en su máxima expresión, resumido a la perfección en ese hilo de twitter que mezcla euforia, locura, irracionalidad y orgullo en mismas proporciones. Todo es tanto que cualquier cosa que se diga es poco.
https://www.elgrafico.com.ar/articulo/1116/60272/argentina-campeon-del-mundo-vivir-para-contarlaAntes hubo un Lionel Scaloni mirado de reojo, que resistió a las críticas, mantuvo el perfil bajo, apostó por los suyos y con su discurso evitó cualquier tipo de confrontación y polémica.
Simpleza para declarar, cercanía con los jugadores y facilidad para sensibilizar (y sensibilizarse) fueron la ecuación que dio como resultado el éxito. En el terreno del contrafáctico la sensación de gratitud y reconocimiento hubiese existido así Argentina se volviera de Qatar con las manos vacías. No tengo pruebas -por suerte- ni dudas. Vivimos para la historia, que aunque esté repleta de giros sigue siendo circular. Las idolatrías no se comparan ni se discuten.
Durante años la historia fue la de Maradona, ese genio de las hazañas imposibles que emocionaba con su sola presencia, y así seguirá siendo. En 1986, cuando Diego se hizo mito, Messi no había nacido.
Cada año de gloria esquiva, Maradona se hizo más inalcanzable y más grande. El destino quiso que Messi lo tenga que intentar cuatro veces para que se le dé recién en la quinta, justo en el primer Mundial sin la presencia física de Maradona, que desde el cielo lo podemos -y pudimos- ver (hasta Messi lo invocó antes del penal de Montiel), con Don Diego y con La Tota alentándolo a Lionel.
Estamos en la historia, ante el genio de las hazañas imposibles que emociona y vivimos para contarla.